Engañar a los niños
¿Todo vale?
¿Cómo engañar a los niños para que coman?, muy fácil.
Cuando no se quieren ir a dormir los engañamos diciéndoles que mañana no habrá chuches.
Cuando se portan mal, los engañamos diciéndoles que vendrá el hombre del saco.
Cuando lloran, los engañamos diciéndoles que nadie quiere a los niños llorones.
Cuando nos preguntan si viviremos para siempre, los engañamos diciéndoles que así será.
Engañar a los niños es fácil, pero es un grave error.
Si algo hace muy especial la relación con nuestros hijos es la confianza ciega que sienten por nosotros. ¿Por qué buscaríamos romperla?
Para ellos somos su mundo, los que todo lo saben, los que todo lo pueden, lo más grandes, los más fuertes. Ya la vida les descubrirá que no es así, pero engañarlos no es parte del plan.
Imagina que quien más amas te miente, creo que todos habremos vivido una situación así, el corazón roto y la confianza perdida es muy doloroso.
Con la comida pasa lo mismo, sentarse a la mesa es parte de una rutina familiar, que genera momentos maravillosos y convertirlo en un campo de batalla no es buena idea.
Engañar a los niños para que coman
No es crear buenos hábitos
Entiendo perfectamente la preocupación de muchos padres y madres cuando se enfrentan a la situación de un bebé o niño que no quiere comer.
Es frustrante, agotador, batallar comida tras comida y ver que no hay resultados. También están los casos de los peques que comían muy bien y de pronto dejan de hacerlo.
Pero en ninguno de estos casos, engañar a los niños será la solución.
Habrán visto los miles de videos que hay en internet, la escena es la misma. Un bebé que le muestran el chupete o un trozo de comida (una hamburguesa por ejemplo) y cuando el bebé abre la boca emocionado, viene detrás la cucharada de puré.
¿Han visto la reacción de todos los niños en estos vídeos?. No he visto hasta ahora ninguno que se ría o haga la mínima cara de alegría tras el engaño.
En otras ocasiones recurrimos al chantaje:
Venga, cómete las verduras y te doy un chocolate.
Si te acabas el plato te pongo los dibus.
En otras ocasiones hemos hablado del valor que le damos a los alimentos y cómo muchas veces le ponemos atributos de verduras=obligación, chuches=diversión.
También nos la jugamos preparando mil cosas escondiendo entre ellas alguna verdura o fruta, para ver si cuela. Algunas veces sí y otras cual detectives encuentran el mínimo rastro de zanahoria por muy escondida que esté.
Engañar a los niños no mola
Entonces ¿qué hacemos?
Primero te repetiré lo que creo es mi palabra favorita cuando de alimentación infantil se trata:
Paciencia, siempre paciencia.
Ya, ya, si entiendo que para mí es muy fácil decirlo porque mi tres hijos comen bien, pero si te cuento que no siempre es así. Han tenido y tienen sus rachas, pero suficiente tengo con ser familia numerosa como para sumar batallas innecesarias a la hora de comer.
La paciencia es la base, la perdemos con mucha facilidad.
Sabían que hay estudios que dicen que para que un niño acepte un alimento nuevo mínimo deberíamos ofrecerlos 10 veces, sí, 10 veces.
Cuando mucho a la tercera vez que vivimos un rechazo a la comida, nos damos por vencidos. No quiere decir que durante 10 días consecutivos le pondremos enfrente la misma comida, podemos dejar pasar unos días e intentarlo de nuevo.
¡Vamos allá!. Opciones para mejorar la relación de los niños con la comida:
Que nos acompañen a hacer la compra
Les encanta ir con nosotros al súper, llevar la lista de la compra, preguntarnos que es una u otra cosa.
Hablarles de los alimentos que elegimos y cómo podemos prepararlo. Sus colores, su textura.
Ayudarnos a cocinar
Hacer participe a los peques en la cocina es una gran actividad, saber cómo preparamos las cosas y mejor aun, les encanta cocinar y después disfrutar de sus creaciones.
Claro que esto va acorde a la edad, los más pequeños pueden vernos y los mayores ya pueden participar activamente.
Día de pizza, a qué niño no le encanta preparar una pizza. Mezclar los ingredientes de la masa, poner la salsa de tomate y colocar los trozos del alimento que elijamos.
Comer juntos
Sentarnos todos a la mesa, si es posible, es un momento muy especial. Entre las historias del día, las risas, las anécdotas, los momentos de comida son maravillosos.
Compartir de los mismos alimentos, les invita a probar para sentirse parte del grupo, del momento.
El ejemplo
Lo es todo. No podemos esperar que nuestros hijos quieran comer verduras, frutas o pescado, si nosotros jamás los comemos frente a ellos. Si no lo ven en la cocina, en la nevera, en la despensa.
Engañar a los niños diciéndoles lo buenas que son las frutas cuando nosotros les sacamos la vuelta.
El inicio de la alimentación complementaria de los bebés es una gran oportunidad para mejorar nuestros hábitos, porque lo que buscamos es que tengan una alimentación saludable y sin quererlo podríamos subirnos a este tren.
Variar las comidas
Pongamos un poco de imaginación a las comidas, esto no es lo mismo que esconder las verduras en la pasta, es variar la presentación, darle colorido, formas.
Pueden seguir en Instagram tres cuentas que para eso son artistas, Mamistarblog, Vidas Pixeladas y La Cocina de las Ideas.
Si el problema es el menú de la semana porque es verdad que pensar es un agobio, bueno al menos para mí, pero me obligo a hacerlo para organizarme mejor; tienen el blog de Marta Rivas Rius que sube cada semana su menú y la vida se hace mucho más fácil.
Creo que queda claro que engañar a los niños para que coman no es la mejor opción, lo único que conseguiremos es dañar la relación de confianza con nuestros hijos y la relación con los alimentos.
Que ese día no ha querido comer el brocolí, no pasa nada; mañana será otro día.
Qué pasa de la manzana y solo quiere comer plátano, son etapas y pasan.
Nuestro trabajo es ofrecer y ofrecer y ofrecer. Acercar a nuestros hijos a los alimentos saludables, que estén presentes en nuestra casa, en nuestras cocinas.
Que los alimentos saludables sean el día a día, no una obligación, no un castigo. Los alimentos superfluos no son un premio, no son solo diversión.
Es obvio que si empezamos desde que los bebés inician la alimentación complementaria será mucho más fácil porque será lo que reconocerán como lo normal en casa.
Con los niños mayores no puede costar un poco más porque ya se han establecido hábitos que pueden no ser buenos, pero no es imposible.
A quien debe cambiarle el chip es a nosotros, no esperar que por arte de magia el niño diga: paso de las galletas y voy a comerme una pera.
Insisto mucho en esto, aquí nadie es “mala o malo” por ofrecer galletas o chuches, tengo claro que hacemos lo mejor que podemos, pero no nos ceguemos a la verdad, bueno no es.
Durante la infancia tenemos esa gran oportunidad de brindarles a nuestros hijos salud, años de vida y aunque algunos no lo crean, una infancia feliz.
Mi hijo es el raro que no come chuches pero es feliz. Quitemos de nuestra cabeza que las frutas y las verduras las “tienen que comer”, “las deben de comer”; si forma parte de nuestros hábitos no serán una batalla.
Engañar a los niños es posible, pero no mola.
Por aquí hemos probado todos esos trucos y nada, si no quiere comer no quiere comer, nunca le hemos engañado porque tampoco tiene sentido, al final le gustará menos aún si se siente mal al comer algo que no quería. Así que solo nos queda la paciencia y vigilar de vez en cuando cómo va de salud con análisis y demás.
Abrazos!!
Hola!! Pues justo esa es la mejor táctica, la paciencia porque al final batallar o engañar poco hacen por mejorar las cosas. Un abrazo