Tengo tres hijos
Aunque no tenga hijas
Esto no lo leerán ahora, pero quiero que quede plasmado y aunque no tenga hijas, los tengo a ustedes, mis niños y mi responsabilidad es igual de grande.
Aunque no tenga hijas quiero que queden estas palabras guardadas para que cuando ustedes, mis tres hijos las lean me confirmen que lo he hecho bien.
Espero que cuando lean esto, sean solo recuerdos de un triste pasado.
Nos están matando, así es hijos míos, nos están matando.
Algunos hombres se han pensado que tienen el derecho de robarnos la libertad, de sentirse más fuertes y abusar de nosotras.
En el camino nos han robado madres, primas, amigas, hermanas. Algunos incluso las responsabilizan: “¿Cómo se le ocurre ir sola?”, “eso se gana por ir vestida así”, “¿porqué no lo denunció antes?”.
No tienen hermanas, pero en su vida la mujer está presente, sus abuelas que tanto los aman, sus tías, profesoras que alimentan su concomiento e imaginación, me tienen a mí, que los amo con toda el alma y amigas en el cole que alegran sus días.
Algún día, si así lo deciden, formarán una pareja.
Por todas ellas, aunque no tenga hijas, tengo una responsabilidad.
Educarles en el RESPETO, en la empatía, en la igualdad. Que nunca piensen que por ser más altos o más fuertes pueden mirar a otro hacia abajo y pasar sobre él, sea hombre o mujer.
Quiero que aprendan que independientemente del género, deben respetar a todos por igual. Encontrarán diferencias, encontrará puntos en común, pero siempre deberá primar la tolerancia, porque nadie tiene la verdad absoluta.
Aunque no tenga hijas
Pero los tengo a ustedes
Mamá es mujer, pero no por mi género está definida mi vida. Soy madre porque así lo decidí, me casé porque así lo sentí, vivo como quiero porque tengo el derecho de hacerlo.
No soy la que “debe” planchar la ropa, cocinar, lavar, hacer los deberes, educarles o amarles porque me lo dictamina la genética.
En casa verán que las responsabilidades son compartidas entre toda la familia, no hay cosas de “chicos” y cosas de “chicas”, hay tareas que hacer y que si todos vivimos bajo el mismo techo deberemos compartir.
Jamás levanten la voz para así mostrarse más fuertes o causar temor. No levanten la voz si no es para defender sus derechos y los de quienes aman. Levanten la voz para hacerse escuchar pero no para dominar.
Jamás levanten la mano para amenazar, para herir. Usen sus manos para construir el mundo que desean, para abrazar, para acariciar, para acompañarse en este largo camino de la vida.
Recuerden que las palabras también hacen daño y lo que de su boca sale, no vuelve, no tiene marcha atrás. Vivan con la humildad de reconcer sus errores y saber pedir perdón.
Aunque no tenga hijas, no soy menos responsable.
Aunque no tengan hermanas, no son menos responsables.
Aprendan que un “NO” es no. Que el amor no se roba, se gana. Que el sexo es divertido pero no es un juego y es una decisión de dos.
Respeten su cuerpo y el de los demás, respeten su alma y la de los demás.
No se trata de que vayan de nobles caballeros con armadura blanca defendiendo indefensas princesas, si quieren un castillo busquen quien en igualdad quiera construirlo a su lado.
Que nadie merece vivir con miedo, lamentablemente los monstruos están más allá de los cuentos y los encontrarán andando entre la gente.
No leerán esto hoy, mis pequeños, pero lo vivirán, porque es mi responsabilidad.
“Soy más fuerte de lo que pensaba, soy más inteligente de lo que me dijeron, soy más libre de lo que me permitieron y soy más feliz de lo que nunca se imaginaron”.
Esto no lo definió mi género, lo defino yo.
Es mucho más importante educar en igualdad a los niños que a las niñas. Ellas lo aprenderán tarde o temprano, es si vida la q está en juego. Sin embargo, es más duro hacerlo con nuestros hijos, que son los “privilegiados” y a los que la sociedad ve como tales. Madres de varones, hagámoslos feministas.