Aquí seguimos y ni tan mal estamos

En cuestión a la alimentación saludable es una de las frases que más escucho: “Siempre hemos comido así y aquí seguimos y ni tan mal estamos”

Es el primer discurso que se escucha ante los consejos sobre mejorar nuestro hábitos alimentarios.

Algunos la consideran el punto y final de una discusión, no hay más que decir, nuestra alimentación era regular, tirando a mala pero aquí seguimos… vivos, tan “pichis” y hasta con trabajo (si hay suerte).

Apelo una vez más que no se trata de “culpa”, se trata de responsabilidad.

Esta frase no se limita solo a la alimentación saludable, es un escudo muy recurrente en cualquier tema de crianza.

La palmada en el culo “a tiempo”, los gritos, los castigos, el quitar el pañal o el chupete, el sueño de los niños, etc.

Ahora viene el momento de la confesión, antes de ser madre, había muchas cosas de esta frase en las que estaba de acuerdo.

Si me veía en un espejo consideraba que “tan mal no estaba”, tengo una profesión que me apasiona, tengo un trabajo que me encanta, una pareja que amo; mis padres han sido maravillosos y no lo han hecho mal.

Es entonces cuando llegaron mis hijos y lees, lees mucho. Te informas, porque lejos de lo que muchos creen, mi génetica no me programa para saber todo sobre la maternidad.

Que existe ese “instinto materno” que te hace saber que a ese pequeño ser lo tienes que proteger y amar con todas tus fuerzas, pero aun siendo médico también me acercaba a revisar cada dos minutos si mi primer hijo respiraba.

Ante la incetidumbre necesitas información y es cuando encuentras, lo que dudo en la época de mis padres y menos aun de mis abuelos existiera, libros sobre crianza, blogs sobre maternidad, mundo de información.

Descubres que no todo es blanco o negro, que hay otras formas y que las “formas” que aplicaron en tu infancia sí te marcaron y algunas no para bien.

Aquí seguimos y ni tan mal estamos

¿De verdad?

Qué alguien me diga si recuerda con alegría cuando recibió una bofetada o una palmada en el culo; si pudieras ser un observador externo de esa escena donde alguno de tus padres u otro adulto te gritó delante de tus amigos, ¿qué sentirías por el niño que eras?.

Dime que no te darían ganas de correr a abrazarlo y decirle que no, que así no; que aprenderás pero que ese grito era innecesario.

Aquí seguimos y ni tan mal estamos

Muchos pueden decir que “gracias” a eso aprendieron, que “corrigieron” conductas, pero solo aprendieron a someterse, a aceptar que alguien por encima de ti, más grande, puede alzarte la voz.

Leí en una ocasión navegando por internet algo que creo es muy cierto, cuando somos padres buscamos que nuestros hijos mientras son niños sean obedientes, que acaten normas, estar encima de ellos para que cumplan sus deberes y cuando son mayores pedimos que sean personas independientes, que no se dejen herir, que levanten su voz ante las injusticias… irónico ¿no?.

Volvamos al tema de la alimentación.

Seguro que recuerdas algún alimento que te obligaron a comer y que probablemente de adulto sigas rechazando por el mal recuerdo que te genera.

¿Recuerdas esas cenas interminables que terminaban en castigo o chantajes porque no terminabas el plato que tu madre o padre consideraban te cabría en el estómago?.

No en sí el alimento lo que te genera rechazo, es la actitud con la que te lo ofrecieron.

Estamos bien…

Bien está quien sus mecanismos de defensa lograron fabricar recursos que le permitieron seguir adelante, pero no quiere decir que fuera lo correcto.

Somos la generación del auge de chuches, productos procesados y del concepto “alimentos especiales para niños”.

Tenemos integrado que para ser niños felices la comida tiene un protagonismo, pero no la comida real, hablamos del azúcar desmedido y los productos procesados.

Da igual si disfrutabas jugando al futból con tus vecinos de la finca, da igual las horas imaginando mundos mágicos de dragones y elfos, da igual los veranos en el pueblo de tus abuelos; lo que marcó tu infancia era ese donut, esas chuches, ese pan con “crema de avellana”.

Aquí seguimos y ni tan mal estamos

¿De verdad?. Tengo claro que no es así, la comida no determina nuestras alegrías, no hay alimentos por género o por edad, hay alimentos saludable y los que no lo son pero solo acompañan nuestra vida, no la definen.

Aquí seguimos

¿Qué pasará en unos años?

Para vencer ese concepto de “infancia feliz” en relación con los alimentos que consumimos basta con reflexionar en varias cosas.

Cada cultura, cada país tiene sus costumbres, lo que para ti no es una comida habitual, en otro país lo es, por lo tanto no TODOS LOS NIÑOS del mundo comen lo mismo.

Segundo, una infancia triste no es la que no come chuches, una infancia triste es la que no tiene que comer.

Aquí seguimos, pero ¿seguiremos bien?

Los datos de la OMS nos dicen que en los países en desarrollo la prevalencia de sobrepeso y obesidad infantil en niños de edad preescolar supera el 30%.

Se se mantienen las tendencias actuales el número de lactantes y niños pequeños con sobrepeso aumentará a 70 millones para 2025.

En España como en otros países de Europa es cierto que hemos conseguido una estabilización de las cifras pero ese porcentaje “estable” es de 14,9% de niños con sobrepeso y obesidad, no es para sentirse orgulloso. 

Incluso se habla de que hay un infradiagnóstico de este problema de salud.

Este aumento en el sobrepeso y la obesidad infantil no viene solo, se acompaña de muchísimas enfermedades crónico degenerativas e incluso sabemos de tipos de cáncer relacionados con la alimentación.

Les dejo enlace a los dos artículos a los que hago referencia:

Comisión para acabar con la obesidad infantil. Datos y cifras sobre obesidad infantil. OMS

Sobrepeso y obesidad infantil, no tiramos la toalla. Asociación Española de Pediatría

Muchos rechazan el radicalismo de algunos divulgadores de los hábitos de alimentación saludables, los tachan de exagerados y extremistas.

A ti ya nadie te convencería si te dice que la “histeria” es una enfermedad mental típica de la mujer y que se cura con baños de agua helada, hace dos siglos lo tenían claro, pero la medicina avanza.

La medicina avanza es así y existen estudios que respaldan las recomendaciones y guías sobre la salud de nuestros hijos; ante la evidencia no ponemos pretextos o al menos no la mayoría.

Pero con la alimentación saludable pasa algo curioso, parece que no bastan las estadísticas, los datos cientiíficos, los artículos médicos porque la industria de los alimentos chatarra es más fuerte.

Falta respaldo por parte de las autoridades sanitarias, que pongan leyes firmes sobre estos productos y su promoción.

Pasó en muchos países con el famoso andador o takatá para que supuestamente los bebés aprendan a andar; tras descubrir sus grandes riesgos para la salud ha dejado de comercializarse.

Un buen amigo me hizo reflexionar sobre ese “radicalismo” en la alimentación saludable, Euti durante un directo de Instagram que compartimos me dijo: “no se puede ser permisivo con la salud de nuestros hijos, con los efectos que tiene la alimentación sobre ella, estamos perdiendo la batalla”.

Con los temas de crianza se observa también un gran cambio, se hacen grandes esfuerzos por hacernos ver que los niños no son robots a los cuales programar, que son personas, que merecen un respeto.

Hablamos de sus emociones, de su desarrollo y no de que sus berrinches son un arma para conquistar el mundo.

Antes no era así, antes todos estaban convencidos que una palmada en el culo era necesaria para corregir conductas, ahora  la gran mayoría reaccionaríamos ante un “bueno de vez en cuando, si se lo gana y lo amerita no viene mal una bofetada”.

¿Por qué es distinto con la alimentación?

El cambio es muy complicado, mil veces hemos hablado de que muchos sienten navegar contra corriente, porque la sociedad y sobre todo la familia presiona y en lugar de apoyar nos cuestiona.

Cambiar la mentalidad de nuestros abuelos mmm muy complicado, pero se puede; la de nuestros padres mmmm complicado pero se puede y si no es así, céntrate en lo que tú quieres para tus hijos, eso es lo primordial.

Aquí seguimos y ni tan mal estamos

 

Los profesionales y más gente que promociona buenos hábitos de vida saludable, no te están ofreciendo veneno para tus hijos, te ofrecen otra opción, una que mejorará la salud de tus hijos hoy y en el futuro.

Aquí seguimos es verdad, pero también podemos cambiar; nadie vería normal que hoy en día alguien muera a los 30 años por diabetes o de un resfriado eso es porque hemos avanzado y ahora vivimos más.

Aquí seguimos pero planteate una cosa, ¿quieres que tu hijo sea el hijo que tú eres con tu padre?, si la respuesta es no, entonces sabes de lo que hablo y aunque lleves una buena relación con tus padres has descubierto que hay cosas que cambiarías y puedes hacer mejor.

Aquí seguimos y ni tan mal estamos

 

1 COMENTARIO

  1. Genial, Mai friend. Qué difícil de me esta haciendo quitarme el azúcar refinado. Llevo años trabajando en ello. No quiero eso para mis hijos 😭

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